viernes, 10 de abril de 2009

PRIMERA PARTE 1938-1948. CAPÍTULO 10º: "Jabón verde clandestino"

Vamos con el aprendiz de barbero: terminado el juego, que al final se practicaron ambos, marro y pelota, cada muchacho o chica se marchó a su casa. Era domingo. Yo pregunté a mi madre por el "Maestro" (nombre que, a veces, sustituía al de "papá", en forma coloquial a fuerza de tanto oírlo en la barbería). Al ser domingo y como era normal, no lo vi en la barbería. Mi madre se apresuró a explicarme que se encontraba en la "curiosa y complicada ocupación" de muchos otros días de fiesta. Ello consistía en subir por los cerros de la zona norte, de madrugada, para despistar a la Guardia Civil, siempre vigilante, con el fin de intervenir cualquier producto intercambiado. Después jamás se sabía del destino de estos productos una vez intervenidos.
Esta operación clandestina se realizaba, acompañado de otros familiares o amigos, a campo través por dichos cerros con algunas bestias de carga (burros o mulas). Tal operación consistía en "Cambiar tabaco o jabón por trigo". Se efectuaba próximo al término del pueblo limítrofe, Malcocinado (Badajoz). Tal circunstancia se producía al tener la suerte esta zona extremeña de contar con los graneros llenos de trigo y por parte de los de Alanís la posibilidad de conseguir tabaco a través de Sevilla. El jabón era de fabricación casera, basándose en una mezcla grasienta y espesa procedente de los restos de la molienda de los dos molinos aceiteros. A esta mezcla, que creo se le llamaba "borra", se agregaba una porción de cáustica y posterior era hervida en un caldero para después, aún caliente, vaciar en unos moldes. Con esta mezcla, una vez fría, se conseguían unas estupendas barras de jabón verde. Bueno, se le decía verde, pero realmente su color era de un gris blancuzco. Estos moldes fabricados con chapa vieja de fino calibre, eran construidos por los herreros del pueblo. Su medida aproximada era de 50 centímetros de largo por 10 y 8 centímetros de alto y ancho respectivamente. Una vez la barra fuera del molde se cortaba, con un alambre fino, en unas cinco porciones. De ahí su nombre popular de "tacos de jabón".