jueves, 28 de febrero de 2013

Testimonio (1936-1942)

Plantaba su honradez y su porfía
a golpes de tijera y maquinilla
allí, en el sillón de su Barbería
el bueno del Maestro Serradilla.

En tiempos de revueltas en España
en la Ermita Vera-Cruz, no me lo explico,
por las “izquierdas” fue preso, cosa extraña,
por ser el barbero de los “ricos”

Gozando del favor del pueblo todo
en atender con premura se afanaba,
cumpliendo con los ricos, “a su modo”,
y a huérfanos y pobres, hasta por nada.

Después, estruendosa las “derechas”,
queriendo comprar su silencio total
le ofrecieron que cogiera la “cosecha”
siendo del Ayuntamiento concejal.

A su negativa rotunda, sin pudor,
pues sentíase libre como el viento,
pusieronle a disposición del Gobernador
fue así, soy testigo y no miento.

Por honradez y contar LA VERDAD
en su salón, del pueblo “gaceta”,
ambas políticas amenazaron la lealtad
de un hombre sencillo, “sin careta”.

Federico Serradilla Spínola

Alanís febrero 2013

domingo, 26 de junio de 2011

PRIMERA PARTE (1938-1948) Capítulo 23: La edad del pavo


Después empezaron los paseos (prematuros) con “las niñas”, la asistencia a los bailes, en las primeras horas (permiso restringido) y esa iniciación, naturalmente, restaba tiempo a la cultura ¡qué pena! no entenderlo a tiempo, a pesar de tan buenos consejos recibidos por el buen tutor y amigo Guzmán.
No obstante, yo no dejaba de estudiar y además mi padre cada vez me ocupaba más en la Barbería, lógico, por su empeño en que aprendiera el oficio cuanto antes. Por si fuera poco, empecé también a ayudar a mi tío Pepe en la Cartería, sustituyendo a mi buen amigo Luis Lora, veterano del Liceo cuando yo jugaba con los juveniles. Cuando escribía esto, aún nos veíamos por el pueblo algunas veces que coincidíamos. Ya nos dejó también. Era un buen sujeto. Por este tiempo, fue cuando tomé algunas representaciones comerciales, de las que ya hablé antes.

miércoles, 12 de enero de 2011

PRIMERA PARTE (1938-1948) Capítulo 22: Metamorfosis

Después empezaron los paseos (prematuros) con “las niñas”, la asistencia a los bailes, en las primeras horas (permiso restringido) y esa iniciación, naturalmente, restaba tiempo a la cultura ¡qué pena! no entenderlo a tiempo, a pesar de tan buenos consejos recibidos por el buen tutor y amigo Guzmán. No obstante, yo no dejaba de estudiar y además mi padre cada vez me ocupaba más en la Barbería, lógico, por su empeño en que aprendiera el oficio cuanto antes. Por si fuera poco, empecé también a ayudar a mi tío Pepe en la Cartería, sustituyendo a mi buen amigo Luis Lora, veterano del Liceo cuando yo jugaba con los juveniles. Aún nos vemos por el pueblo algunas veces que coincidimos. Es un buen sujeto. Por este tiempo, fue cuando tomé algunas representaciones comerciales, de las que ya hablo antes.