Posteriormente, en el 38, nació María Eugenia y en el 40 Manolito que, desgraciadamente murió a los cinco años víctima de la epidemia de tifus del año 1945. Murieron bastantes jóvenes de ambos sexos, amigos y compañeros de la Escuela. Mi hermano Jacobo estuvo a la muerte pero, como otros tantos, tuvo la suerte de salvarse. Aún lo recuerdo en el lecho, con el rostro desfigurado, prácticamente muerto, recibiendo la extremaunción. ¡Cuánto debieron sufrir mis padres! Esto lo entendí bien cuando me hice mayor y tuve mis propios hijos.
Don José estuvo diez años en Alanís del 37 al 47. Se incorporó en Salteras adonde había pedido traslado harto del caciquismo de Alanís y para estar más cerca de Sevilla, en favor de los estudios de sus hijos. Allí tuve el inmenso placer de visitarle unos años después. Compartimos varias horas de charla muy interesantes y ambos sentimos una gran alegría por el reencuentro. Según María Eugenia, se jubiló en Camas el año 1967. También por ella supe que murió su hermano Pepe, bastante joven todavía, lo que me dio mucha pena.
Como Maestro nuestro, se comportó prudente y no llegaron informes raros sobre él. Además era un gran Maestro, cayó bien a todos. También deseabamos muchísimo que llegara otro Maestro, ya que, el dichoso Don Francisco Quiñones que sustituyó a Don Jerónimo Alemán, era nefasto, sólo se preocupaba del brasero y tomar el sol en el invierno, y en verano se iba al fresquito del patio de la casa, que era propiedad de Reyes Cano, en la calle Juan de Castellano esquina con la calleja Manzanares, junto a la panadería de “Los Adriano”. Esta era vivienda y escuela. Llegaba a quedarse dormido en su mesa y cuando los niños se ponían a jugar y vociferar se sobresaltaba y la emprendía a mamporros con los nudillos, a mano cerrada, sobre nuestras cabezas. Era franquista y por lo tanto nos tenía casi todo el tiempo cantando el “Cara al Sol”.
Don José estuvo diez años en Alanís del 37 al 47. Se incorporó en Salteras adonde había pedido traslado harto del caciquismo de Alanís y para estar más cerca de Sevilla, en favor de los estudios de sus hijos. Allí tuve el inmenso placer de visitarle unos años después. Compartimos varias horas de charla muy interesantes y ambos sentimos una gran alegría por el reencuentro. Según María Eugenia, se jubiló en Camas el año 1967. También por ella supe que murió su hermano Pepe, bastante joven todavía, lo que me dio mucha pena.
Como Maestro nuestro, se comportó prudente y no llegaron informes raros sobre él. Además era un gran Maestro, cayó bien a todos. También deseabamos muchísimo que llegara otro Maestro, ya que, el dichoso Don Francisco Quiñones que sustituyó a Don Jerónimo Alemán, era nefasto, sólo se preocupaba del brasero y tomar el sol en el invierno, y en verano se iba al fresquito del patio de la casa, que era propiedad de Reyes Cano, en la calle Juan de Castellano esquina con la calleja Manzanares, junto a la panadería de “Los Adriano”. Esta era vivienda y escuela. Llegaba a quedarse dormido en su mesa y cuando los niños se ponían a jugar y vociferar se sobresaltaba y la emprendía a mamporros con los nudillos, a mano cerrada, sobre nuestras cabezas. Era franquista y por lo tanto nos tenía casi todo el tiempo cantando el “Cara al Sol”.
Era mal enseñante..., o no quería. En el pueblo no dejó buen recuerdo. Seguro que también lo pasó mal pues además de la escasez de alimentos y el poco sueldo, tenía muchos hijos. Era bastante mayor, si no se jubiló en Alanis donde estuvo pocos años, posiblemente sería en el siguiente destino. Le recuerdo ahora mismo como si lo tuviera delante. Yo creo que llegué a tenerle bastante miedo, a pesar de ser un niño prudente y aplicado (según de mayor me confirmaba mi familia). Por ello, entre mi negación a asistir a su Escuela y lo mal enseñante que era mi padre tomó la decisión de cambiarme de profesor y me asignó a Don José. Esta decisión recuerdo que me dio una gran alegría.