jueves, 5 de febrero de 2009

PRIMERA PARTE 1938-1948. PREÁMBULO: "EL ALANÍS DE LA POSGUERRA"

Alanís de la Sierra, como se le llamaba entonces, ahora sólo Alanís, es un pueblecito actualmente de unos dos mil habitantes,"mi pueblo". Se encuentra situado hacia el Oeste de las estribaciones de Sierra Morena. Concretamente, en el triángulo que forman las provincias de Badajoz, Córdoba y Sevilla, perteneciendo a esta última.
A la sazón nos encontramos allá por el año de mil novecientos treinta y nueve, en los primeros meses que siguen a la terminación de la cruenta y desgraciada guerra civil española de 1936. La economía, como la de todos los pueblos de esta comarca serrana, es agrícola y ganadera; por tanto, de muy escasos recursos para la mayoría.
Propietarios importantes hay muy pocos (a estos se les llamaba "ricos" o "señoritos"). Algo más medianos, pero siempre en minoría, respecto del total de los habitantes, son los dueños de pequeñas fincas rústicas, "mayetes" o "riquitos". Es decir: los que teniendo la propiedad del terreno, son ellos mismos los que lo labran o pastorean, no con poco esfuerzo y penuria, para subsistir y siempre al pie del terruño. A estos dos grupos hay que agregar el de arrendatarios y aparceros.
El apartado de profesionales con título lo componían dos médicos, un veterinario, un ayudante de éste, conocido por el maestro herrador, un practicante (lo que ahora son los enfermeros o A.T.S.), una matrona, un sacerdote católico o cura. Como escuela habían dos maestros, dos maestras y dos personas mayores que daban clases muy elementales, especialmente a los párvulos e hijos de jornaleros campesinos que sólo pueden acudir de noche. Por estas clases cobraban muy poco, a veces nada. Creo que las autoridades nunca agradecieron esa labor tan humana y altruista. Eran dos hermanos, se llamaban Pedro y Antonia Milán.
En el apartado de funcionarios del Ayuntamiento había dos municipales o policías locales, un alguacil, un barrendero y un enterrador.
El resto de habitantes lo cubrían otras profesiones que paso a enumerar: dos sastres y algunas costureras, un cartero, tres maestros de obras, trabajadores in situ junto a unos veinte albañiles, a veces más. Después estaba una gran mayoría de jornaleros o jornaleras en época de recolección de aceitunas y cereales, lo que suponía una importante fuente económica para el pueblo por tener Alanís un buen porcentaje en tierras de olivos, siembra y cría de ganado lanar y porcino. En la recolección de cereales, aunque es temporada corta, consiguen bastante trabajo segadores, arrieros y peones. También había algunas faenas para mujeres como era la de espigadoras.
En casas de labor o pastoreo existen algunos, aunque pocos, encargados o manijeros y en mayor número jornaleros y pastores (muchos de ellos aún niños) empleados todo el año.
Como criadas, niñeras, encaladoras y lavanderas, habría unas treinta mujeres, algunas eran casi niñas.
La industria era pobre: dos molinos productores de aceite que, como ya digo antes, solo funcionan dos o tres meses al año, según cosecha; cuatro panaderías, que la trabajaban sus propios dueños con unos ocho ayudantes entre todas ellas; un molino triturador de cereales, movido por fuerza hidráulica, atendido por sus propio dueño y su hijo; un modestísimo horno de tejas y ladrillos que trabajaban a mano, su dueño y sus tres hijos.
Sobre el comercio: existían unas diez tiendas, prácticamente sin especialización alguna. Se vendía de todo. Cinco son mayores o más importantes, el resto son pequeñas. Dos expendedurías de tabacos (estancos) y dos pescaderías muy modestas que, prácticamente, vendían la mercancía por las calles a base de vocear y si no la terminaban, la vendían en sus casas.