Además del taller de Cuquito, habían tres herrerías o cerrajerías en las que trabajaban sus propios dueños, también con algún ayudante o aprendiz.
En cuanto a oficios con establecimiento estaba una barbería, cuyo maestro, mi padre, era además sacamuelas y ayudante sanitario del médico o el practicante, sí la circunstancia lo requería. Además trabajaban dos oficiales y un aprendiz. Existían dos barberías más con un solo operario: el dueño.
Cinco zapateros, que en su modesto taller, confeccionan calzado nuevo, especialmente botas camperas y otras muy robustas a las que colocaban tachuelas en las suelas para que duraran más. Mi hermano y yo disfrutábamos de ellas gracias a los múltiples esfuerzos de nuestros padres. Eran circunstancias en que casi todos los niños iban en alpargatas y a veces hasta descalzos. Estos profesionales remendaban todo lo que se le llevaba a su taller.
Una cestería o talabartería donde, además hacían y colocaban asientos de anea para sillas. Eran dos hermanos.
Como transporte de mercancías existía un viejo y pequeño camión que manejaba su propietario y a veces ocupaba a un ayudante. Un más que usado automóvil de servicio público que sólo lo podían contratar los privilegiados (que eran escasos) para trasladarse a la estación ferroviaria que estaba a ocho kilómetros por la carretera de Cazalla, o para ir también a la capital. Para trasladarse a dicha estación o pueblos limítrofes, la gran mayoría lo hacía a pie o en bestias. Sin olvidar al "Cosario" un hombre que se ganaba el sustento y el de su familia a base de acarrear mercancías y multitud de cosas entre la capital y Alanís o viceversa.
Al terminar la Guerra Civil, la economía no puede ser más desastrosa, ni la vida más triste tanto para este pequeño pueblo, como para todos los de España.
Han caído demasiados compatriotas. Unos en el frente, otros en la retaguardia, la mayoría, por venganzas. Aunque para hacer honor a la verdad, he de proclamar que, en Alanís, las izquierdas no produjeron ninguna baja. Esta "suerte" parece que sólo la tuvimos nosotros en toda la provincia.
No quisiera, al cabo de tantos años, tener que ahondar en tan desgraciados hechos acaecidos por entonces, ya lo hace y muy bien mi primo Paco Spínola. Y mucho menos entrar en política, la que detesto. Principalmente, lo que deseo es narrar mis propias vivencias de aquellos terribles años cuarenta, hasta mi marcha a la Capital, que ocurre a finales de octubre de l949 para incorporarme como voluntario al Ejército. Cosa que hice el día uno de noviembre en el Regimiento de infantería Soria nº9, llamado Cuartel del Duque, situado en lo que es hoy la remodelación de la plaza de La Gavidia y parte del solar que ocupa "El Corte Inglés". De este apartado escribiré más adelante.
Estamos en el año 2008, han transcurrido nada menos que sesenta y tantos años desde los hechos que está recordando este "personajillo" aprendiz de barbero.
Estamos en el año 2008, han transcurrido nada menos que sesenta y tantos años desde los hechos que está recordando este "personajillo" aprendiz de barbero.