Y... aquellos baños "furtivos" que nos dábamos en la ribera o en la Toma de El Molino del "Jorobao" corriendo por lo menos cuatro kilómetros, aprovechando la ligera siesta de los "papás", para estar en la casa antes de que se levantaran.
Recuerdo al primo Amador que casi siempre venía junto a mí, igual que al fútbol, pues, aunque era algo más pequeño que yo, siempre le gustó estar conmigo. Poco después pasó a ser aprendiz en la Barbería, oficio que ya le valió para siempre como medio de vida. Ya en Sevilla, trabajó con nosotros hasta que dejamos el oficio, definitivamente, Jacobo y yo. Después, cuando se cerró la Barbería se estableció por su cuenta hasta su jubilación. Fuimos siempre juntos a ver a "nuestro Sevilla f.c." hasta que yo me cansé de aguantar las nuevas formas de comportamiento del público, de la "valoración de las piernas de los jugadores" y otras circunstancias, para mí, intolerables.
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